Buñuel es el menos querido por el espectador español si lo comparamos con las impresiones que desprenden sus cintas; todas dejan entrever una figura de un creador tipo Hitchcock o Wilder. El caso es que el turolense hacía con las imágenes lo que le venía en gana, practicó todo registro y ganó un Oscar con El discreto encanto de la burguesía. Hay un mundo que vive en exclusiva durante el metraje, por eso hay que ver toda su obra. Belle de Jour no toca el cielo; más bien lo atisba, lo otea. Bella de día, lo dice todo el título. Historia, interpretación –Catherine Deneuve- y vestuario –Saint Laurent- hacen de Séverine uno de los personajes que mejor refleja el sometimiento de las pasiones –no solo físicas- a los deseos de otros. Pero Buñuel no era un sádico, porque quien sí lo es, también es incapaz de promocionarlo.
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Por Editora Madrid en LIFE HACK
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