Somos seres porosos que se relacionan con otros seres. Nos agrupamos, en fronteras extrañamente delimitadas que no siempre elegimos nosotros. Por eso algunos mapas nos resultan tan extraños como las patrias impuestas, las mediciones geográficas o las fluctuaciones del PIB. Somos seres porosos que se relacionan con otros seres, por eso la piel hace de frontera, de superficie sensible a través de la cual construimos los espacios dentro-fuera, donde recibimos los impactos de decisiones que no siempre manejamos. Cuando el lenguaje institucional fracasa, es necesario buscar otra forma de reconocernos. Rosalía Banet se aleja de la mirada presuntamente científica para evidenciar el carácter epidérmico de todo sistema cartográfico. Sus mapas se oscurecen a medida que aumenta la distancia moral. Cada uno de los impactos rojos sobre la frágil superficie epidérmica se enfrenta a la sobreabundancia de la fibra muscular en los países acomodados. Mas allá, a modo de contrapunto dialéctico, podemos ver al descubierto los intestinos de los quince países más ricos del mundo. En la serie que lleva por título “Black Stomach” hay partes ennegrecidas, fruto de digerir a toda prisa la sobreabundancia. Merece la pena acercarse a Twin Gallery esta semana para vivir en carne propia este atlas imposible del dolor que rompe con los sistemas de medición tradicionales.