Some days I’m golden/ Other days I’m bad/ All depends on the weather/ And how many drinks I’ve had. But I keep on moving /Baby I can’t slow down/ Last few years it’s been a struggle/ To get along and hang around. – “Some Days I’m Golden All Night”
The embers of the time no es un disco para el drama, ni para escuchar con el ceño fruncido. Tampoco para los nostálgicos de 1972 o Nashville, a pesar de que temas como “New Young” dejan claro que el Rouse que conocemos sigue aquí y que donde hubo fuego siempre quedan ascuas. Con críticas irregulares, más en nuestro país que fuera, tal vez por esa costumbre absurda de obviar lo cercano, el cantautor de Nebraska presenta un trabajo falsamente fácil que gira en torno al análisis de la vida presuntamente cálida al margen del mundanal ruido. The embers of the time es un álbum de preguntas, de cuestionamiento interior, autorreferencial quizá, en esa falsa dulzura que contrasta con letras en las que se palpa el desorden interior. Exhibe la falsa calma del mar de fondo y un cierto escepticismo de quien sabe que los verdaderos cambios no se resuelven en los primeros acordes.
Aunque a primera vista parece que el cantautor ha perdido algo de pulso bajo el sol de Valencia, tras algunas escuchas tenemos la seguridad de que sigue aquí, rumiando lo mejor de sus inseguridades y que volverá, o no, como le conocíamos. Mientras, podemos disfrutarlo esta noche en Costello Club, y ver con cuál de todos los Rouses posibles vamos a encontrarnos.