La primera vez que me acerque a la obra de Agustín Fernández Mallo lo hice con desconfianza, por esa mala costumbre de juzgar las cosas por su envoltorio. De lejos, parecía una estratégia de marketing con un gran lazo, preparada para ser engullida sin más. De cerca es otra cosa que no puede explicarse en una reseña y que deja siempre con ganas de más. Hoy llega “Limbo”. Se presentará esta noche en Tipos Infames. Mallo construye en esta novela redes a modo de banderas de google maps, que perfilan diferentes horizontes, lapsos espacio-temporales de límites inciertos. Limbo “es lo que queda en medio“. Lo no contable. Recuerda a los espacios en blanco de Umberto Eco, las intuiciones Bohr, a la confirmación del Principio de Incertidumbre. Intuiciones que desaparecen si intentas apretar demasiado para apresarlas entre las manos, como ocurre con el pez de Jules Michelet, con los haces de luz del rancho de Neverland, o con lo que no es red en la mariposa atrapada en el capó del coche de una pareja que recorre Estados Unidos buscando el Sonido del Fin. “Limbo” es una forma fragmentaria de acercarse a situaciones extremas, es algo así como el eco, después de la catástrofe, donde cada una de las repeticiones son tan válidas como el gran estruendo final.
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Por Editora Madrid en LIFE HACK
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