Luis Martín-Santos ha navegado en las mochilas y memoria de muchos de nosotros. A distancia de unos cuantos años, es emocionante volver a sumergirse en esta novela clave de nuestra literatura, adaptada por el director Rafael Sánchez para el teatro, y cuyo argumento nos traslada a diferentes estratos sociales de una época -finales de los 40- en la que el silencio se impuso por bandera en nuestro país. Una obra que no es política pero que sí habla de política.
Ahora esos momentos convulsos se suben a las tablas del Teatro de La Abadía, ofreciendo un retrato grotesco del Madrid de la postguerra a través de Pedro, su protagonista, un médico dedicado de lleno a la investigación de una cepa de ratones cancerígenos. Una soledad presente y nauseabunda, la ruptura de los lazos familiares, el descontento político… son algunos de los hilos conductores de la obra en una sórdida época franquista. Un paisaje urbano que bien supo retratar Martín-Santos.
Desde que apareció esta novela, ¿cuánto hemos cambiado como sociedad? Sin duda, es una parada obligatoria para entender nuestra Historia y hacer que nuestros escritores y la magia del teatro sigan siempre vivos y no entiendan de silencios.
“La mañana era hermosa, en todo idéntica a tantas mañanas madrileñas
en las que la cínica candidez del cielo pretende hacer ignorar
las lacras estruendosas de la tierra”.
//foto de Sergio Parra