Víctor Conde escribe y dirige este ejercicio de sentimientos ambientado en un bar, que es el bar de cada uno. Una disección emocional escénica, como lo definió la revista Godot. Y la verdad es que cuando uno se adentra en la Venus de los Teatros del Canal vaga a través del tiempo. Tararea canciones y se mueve como las olas entre varias generaciones. Y ahí está el presente, oscilando entre lo que fue o lo que pudo ser, haciendo un viaje narrativo entre lo que no se dijo, las segundas oportunidades, en cómo uno se ve reflejado en el tiempo, incluso sin sentirse identificado del todo.
El vino fluye entre sonetos y el elenco de actrices y actores nos susurra al oído que aquí –y ahora– estamos para amar, reír, vivir intensamente, probar lo que no conocemos, sentir miedo de no vivir lo suficiente para conocer todo lo que nos queda… Y Venus llega a ser misteriosa y bella a la par. En el estreno hubo emoción y, entre butacas, amigos y acordes, corrieron lágrimas. De amor, claro. Al teatro y a la vida.