Un yo.
Tu yo.
Un laberinto de lenguaje, carne y percepción.
(Rubén Martín. Nihiloma)
El cuerpo y detrás su cabeza, en su correspondiente tobogán. Porque al acabar los días de excursión, el festival se bebe a sí mismo, las calles se abren como afluentes y algunos vuelven al hogar como si el recuerdo fuese alimento para todo el verano. ¿En qué momento olvidamos bailar? Una mano nos arrastra al bosque y la danza se hace maleable, como si alguien que no conocemos tirase del elástico desde fuera. Una mano puede ser una canción que se abre en el momento exacto.
Pero la cabeza, durante el sueño, sigue trepando a los árboles, salvaje y fiel a los amaneceres. La belleza y el verano evidencian y marcan el ritmo, el ritmo de los pasos.
Y si tenemos que volver al refugio cuando nos lo piden, nos refugiamos, dice Laura y todo el equipo de Le Cool Madrid.
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//imagen de Karen Klink