3 años y medio exactamente*
Antes de comenzar a narrar nada de mi vida, diré con certeza que las fechas no son precisas, aunque sí sus ciclos, que son de 3 años y medio exactamente*. Ni más, ni menos.
No se cómo o de qué manera precisa comenzaría todo, (ojalá fuera un narrador norteamericano de esos, que cuando es joven le regalan una cámara fotográfica, ya saben que van a ser fotógrafos…) pero creo que empecé a formarme de manera autónoma a través de la lectura, el cine, los cómics, las exposiciones… y todo aquello que cualquier cultureta debe tener en cuenta durante su post-adolescencia. No era tan evidente en los ‘90s. Siempre llevaba libros de Alianza editorial, cuyas portadas diseñadas por Daniel Gil me apasionaban tanto como a una quinceañera un póster de los BSB o de Ricky Martin antes de lo del perro y la mermelada. (Este dato es una pista que rodea mi edad). También portaba libretas para anotar ideas y pegaba etiquetas haciendo collages con recortes de dominicales en mi carpeta del cole. Así que, podría decirse, que comencé a diseñar cosas antes de cambiar de milenio.
Comencé a ganar algún dinero diseñando presentaciones para proyectos de arquitectura y delineando planos topográficos mientras estudiaba. Me formé en Barcelona, en donde tuve la suerte de aprender mucho y aventurarme en otras y nuevas posibilidades creadoras.
Recién abordado el nuevo milenio, creí crear un estudio de diseño multidisciplinar, Piter Bålda & Associats, cuyo eje narrador se circunscribía alrededor de conceptos de arte contemporáneo y redibujaba nuevos imaginarios a través de disciplinas del diseño como el interiorismo, diseño industrial, diseño de interfaces-digital, gráfico y publicitario. La idea-fake (todo esto ya lo había inventado Pierre Menard – autor del Quijote) trataba de un diseñador sueco asentado en la Barcelona preolímpica que había montado su estudio de diseño multidisciplinar y del que yo formaba parte como becario. Intervenciones y/o instalaciones para La Capella, el Macba o la inauguración CaixaForum, fueron algunos de los proyectos realizados durante *.
Después de ese tiempo viviendo entre Barcelona y Roma, regresé a Madrid en donde tuve la oportunidad de conocer a un director de escuela de dibujo, quien me ofreció la oportunidad de dar unas clases entre semana mientras seguía con proyectos freelance.
* más tarde, y viendo que el sector profesional se estaba encrudeciendo como consecuencia de la crisis, decidí dejar de trabajar por cuenta propia y aceptar un empleo como diseñador gráfico en una agencia de comunicación.
En ese tiempo de * en la agencia y dado el valor creativo que esperaba de los clientes, decidí compaginar mi tiempo dedicándome a otras actividades de carácter analógico. Y es aquí en donde el collage aparece no sé muy bien de qué manera.
En el siguiente bache de la crisis, me fui de a vivir de manera fortuita a Colombia.
El encargo de un proyecto de branding por parte de un amigo que vivía en Bogotá, me regaló una oportunidad única, no solo por el cambio de continente y por consiguiente de cultura, sino por el cúmulo de experiencias que le siguieron a esta aventura y que continuaron en Medellín para coordinar la imagen del programa cultural de la Red de Artes Visuales de la Alcaldía de Medellín, gestionado por una fundación de arte contemporáneo. De nuevo, la ligadura al arte. Ya fuera por suerte buscada o alineación de planetas, aquellos, fueron los años profesionales más enriquecedores de mi trayectoria profesional. Pasaron *, y como todo proyecto público, acabó derivando en un cambio de administración institucional. Así que hice las maletas.
Madrid y su imagen institucional, giraba 360º en gracieja espectacularidad proyectando local e internacionalmente el talento anónimo en torno a la comunicación gráfica castiza otrora menospreciada por intereses desinteresados. Mientras tanto, yo entraba en mi primera cuarentena y comenzaba a trabajar en proyectos y/o agencias que poco tenían que ver con el recorrido ético que mi trayectoria profesional auguraba. Aquí no entraré en detalles, pero sí tuve * de luz intercontinental, los * que le siguieron fueron sin duda la sombra para omitir de mi biografía, incluida la parte emocional.
La resolución de aquel impasse fue resuelta con actitud y voluntad renovadora.
Mientras escribo esto con las dudas y miedos que el contexto define, desaprendo y me adapto a esta nueva cuarentena, con voz transformadora.
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Proyecto CoolAge
CoolAge (Juego de palabras entre “Edad guay” y “Collage”) es una serie de collages trabajados a partir de cartelería farmacéutica relacionada con la belleza femenina y el concepto del tiempo/envejecimiento. La idea primigenia que permanece a las series de collage es la del feminismo y feminidad basado en un discurso de consumo por y para la mujer. Si la historia del arte ha presentado y representado a la mujer como objeto ideal de belleza, la publicidad, que siempre ha encontrado a su musa en el mundo del arte, ahora la ha convertido al mismo tiempo en sujeto como su target de consumo.
Ese paradigma de la mujer como objeto pero también como sujeto de consumo, trata y retrata el discurso acerca de la femineidad y el feminismo bajo el mismo prisma, y exhibe en una sexualizada y sexualmente provocativa relación entre mujeres y producción los desvíos y cambios de paradigmas en torno al empoderamiento de la mujer relativos a la vida social_política_cultural.
Por último, subyace aquí la idea de la autoría en torno a marca-producto a través de la deconstrucción literal de significantes y significados. Retales de facciones, ficciones fraccionadas, partes de un todo femenino que componen nuevos rostros, o nuevos espacios y quizás nuevos modelos de consumo.
La colección está formada por una serie de 60 carteles (solamente 20 terminados) de 90×60 cms sobre un fondo fotografiado en blanco y negro. Referencias a Gordon Matta-Clark y Raymond Hains.
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Postdata y postconsejos para tu Cuarentena.
Por suerte o por desgracia, vivo solo, y aunque durante diferentes épocas de * cada una, que he compartido piso o vivido en pareja, siempre he encontrado tiempo para dedicarlo a lo que más me gusta. Como director de arte freelance y bajo este nuevo marco de abstinencia urbana y social, te recomiendo:
1. Levantarte cuando quieras: Quiero decir que utilices la levedad en tu beneficio de vez en cuando. No te sientas culpable por no producir y deja que las cosas sucedan.
2. Levántate ya, ¡venga! Pilas! Que no debemos abusar del punto anterior. Ya hablamos de la levedad, ahora vamos con el peso. Date brío que la vida son dos días y haz porque las cosas seduzcan.
3. Haz yoga. Vas a alucinar con la cantidad de ejercicio que realizas y te ayudará a mantener un diálogo interior contigo mismo. 30 minutos al día no es tanto.
4. Si fumas, déjalo ya. No hay excusas y todo es beneficio pese a las dificultades de la adicción. Tú eres mas fuerte.
5. Experimenta, lee, dibuja, lee, replanta plantas, lee, cambia el orden de los muebles y crea tu espacio y tu manera de vivir, ser y estar. Y lee.
6. Mantén limpio tu espacio de trabajo. Es más, como dispones de un poco más de tiempo, mantén limpia la casa.
7. Habla con tu familia y amistades. Después de la salud, son lo mas importante.
8. ¡Aplaude, leches! No solo a los sanitarios y sector servicios, también al conjunto de la sociedad; a quienes trabajan fuera de casa para salir de esta y quienes se quedan en ella. Recuerda esta situación como única y excepcional. Contextualiza la circunstancia y a los demás: Empatiza. Esta experiencia seguro que hará sentirte formar parte activa de la sociedad. Reconoce al otro como alguien que te ha ayudado de forma generosa, solidarízate y siéntete orgulloso-a de ello.
9. Los collages están a la venta.
10. Quédate en casa.