-¿Quién eres y a qué te dedicas?
Soy Marta Kayser, ilustradora y practicante del humor absurdo a tiempo completo, arquitecta urbanista a tiempo parcial.
- ¿Cuál es la idea de tus portadas?
Tenía la necesidad -mucho antes incluso de que esta nueva situación nos hiciera cuestionarnos el grado de normalidad de aquella normalidad- de retratar la ciudad como una gran máquina de producción que pasa por encima de todo y que nos condena a vivir alienadas. El confinamiento no ha hecho más que corroborarme esta visión apocalíptica y la urgencia de ponerle freno. En estas portadas trato de hacer un ejercicio de visualización crítica reflejando aquello que rechazo para trabajar precisamente en el sentido opuesto. Robots y máquinas perfectamente engrasadas ponen a funcionar a toda una sociedad en un sistema de engranaje hostil, parece que hemos tomado buena nota de esto.
Creo que el valor de la ilustración va más allá de lograr una composición bella, tiene mucho de compromiso y para mí consiste en retratar aquello que nos rompe por dentro y sienta delante de lo importante. Me gusta pensar en la idea de que Madrid es mucho más que una tierra de oportunidades para unos pocos y que puede llegar a convertirse en un lugar mucho más amable y equitativo para la mayoría.
- ¿Cómo ha afectado el confinamiento a tu proceso creativo?
Me han aflorado las emociones más primarias así que consecuentemente las he agarrado para trasladarlas al proceso creativo. He hecho frente al bloqueo y a la ansiedad y he tratado de torearlo con aceptación y leyendo mucho. Con esto he conseguido acercarme a una manera de hacer mucho más consciente hasta el punto de integrar que trabajo para sanar y no tanto con la pretensión de producir.
Creo que ha sido importante desterrar la urgencia de este proceso pero sobre todo aprender a crear desde la escucha, aceptar la situación y evitar juzgarse. El arte tiene que partir de esto para transmitir algo real y profundo, eso tiene que quedarnos bien claro.
- ¿Cuáles son tus influencias?
Admiro mucho la narrativa y la estética de Shaun Taun y la de Jorge González, ambos trabajos son extraordinariamente cinematográficos. Shaun Taun tiene una capacidad impresionante para entremezclar cotidianidades con realidades utópicas y distópicas, Jorge además posee una sensibilidad muy especial para comunicar grandes historias desde el hecho pequeñito, sabe tocar la fibra.
En la técnica del color he aprendido mucho estudiando el trabajo de Degas o Lautrec y en la actualidad Andrea Serio es uno de mis grandes referentes también en el uso del lápiz de color.
- ¿Tu lugar favorito de Madrid?
El Palacio de Cristal me parece una pieza bellísima tanto en su función de contenedor como en la de continente. Me flipa la experiencia de recorrerlo por dentro, cómo suena o cómo cambia la luz. Tiene además una presencia fascinante en el paisaje, es un ejemplo extraordinario de cómo la arquitectura puede ser una realidad viva y cambiante.
- Un libro que te haya marcado mucho.
Las Nanas de la Cebolla de Miguel Hernández. Hay una belleza desbordante en un hecho que sin embargo es dolorosísimo. Pero es que el arte es esto: encontrar una necesidad y expresarla de manera llana, sin grandes disfraces, sin más pretensión que hacer y compartir.
Siento además un especial compromiso con esta parte de nuestra historia que vivió y que retrata Hernández y de alguna manera la causa de la reparación me lleva constantemente a leerle a él y también a Lorca.
- ¿Cuáles son tus proyectos de futuro?
Estoy trabajando en mi primera novela gráfica, intuyo que es un proceso que me llevará al menos un par de años. También ando muy centrada en ayudar a la gente a desbloquear sus propios procesos creativos como también lo hicieron conmigo. Creo que es importante entender la creación como un hecho colectivo que todas y todos hacemos funcionar desde lo personal permitiendo alimentar la rueda que luego nos ayuda de vuelta.
Esta semana empiezo a impartir en Madrid unos talleres de dibujo en la calle: “Encuentros en la Segunda Fase”. Espero que esto sea el principio de algo mucho más grande, se trata de compartir la experiencia en grupo a la vez que facilitamos herramientas tanto técnicas como cognitivas a nivel individual.
Más a largo plazo no tengo otra idea que seguir encontrando las maneras de dibujar y contar historias de manera tan crítica como propositiva, también en el campo del urbanismo. Todo se andará.
***