Suena el timbre. Tras la puerta se encuentra Tailandia para presentarnos sus encantos ocultos. No llega sola, viene acompañada de las cocinas asiáticas más sabrosas. Las tardes perezosas en casa adquieren otra connotación con GingerBoy. Este coqueto take away te acerca a casa las delicias más inesperadas y los sabores más exóticos llegados desde los confines del extremo oriente. Además de en el sofá de casa hay otras formas de adentrarse en las junglas de placer tailandesas. Acercarse a la bella Plaza de Olavide y perderse en este local reservado para aventureros. GingerBoy disimula su timidez siendo etiquetado como take away. En realidad desea que te quedes a respirar el aire bohemio de Chamberí. En su cocina vista podrás contemplar la magia thai de sus fogones. De ello surgen una carta muy variada que merece ser descubierta poco a poco, como si descifrando cada uno de lo platos hallaras un tesoro perdido. El camino hacia el templo Thai puede comenzar con una sopa aunque los calores actuales pueden derivarte a sus exquisitos rollitos vietnamitas, su kimchi coreano o sus apetitosos noodles.
No obstante, el Pad Thai es el ejemplo perfecto de la cocina de GingerBoy. Una aparente sencillez cubierta de un sinfín de sabores inauditos y pollo. Los arroces de este coqueto take-away son otra tentación exótica pero la carta de platos con curry tiene curvas irresistibles como el Laksa Curry, una bendición carnívora o marina con curry suave de Malasia. Las texturas juegan con tu boca antes de enamorarse de una Panacota de Maracuya, que como todos los platos del local encierra una engañosa sencillez. Un amanecer a la cocina asiática tan sofisticado como sencillo que bien merece una nueva adicción a sus fogones.