¿Imaginas cuál y cómo puede ser el verdadero origen de la comida callejera? Comer en la calle siempre ha sido algo habitual en los países cuyo clima y temperatura lo han permitido. Comer fuera es un básico en culturas como la mediterránea o la asiática, y en este caso hemos ido a parar ni más ni menos que a la pintoresca y tropical Hong Kong.
Nos sumergimos en uno de los ambientes más internacionales, pero también en una década concreta, la de los años 70 del siglo XX. El espacio está decorado tal cual, como la gran urbe independiente que fue hasta finales de la pasada centuria, muy cerca de la provincia china de Cantón, donde destacan patos colgados a modo de escaparate y una barra de callejón.
Nuestras recomendaciones para no iniciados van desde las típicas gyozas -empanadillas- o el increíble wonton con aceite picante -con un suculento relleno a base de gamba, cerdo, sichimi picante, cebolla y cebollino-.
Continuamos con otros platos típicos cantoneses como un dimsum de pato flambeado acompañado de foie y una selección de distintos preparados de carne: panceta, costillas, cerdo caramelizado con miel y pato con salsa de ciruela, acompañado de una ensalada de wakame y nabo. Coliflor con aceite picante y guindilla (menos picante de lo que parece).
Como postre os sugerimos el mochi de queso relleno de helado y los típicos pasteles de Belén, que aunque sean portugueses, llegan a Hong Kong a través de la colonia portuguesa de Macao, pero eso ya es otro territorio, otra historia, otra serie de anécdotas para otra posible crónica de otro de nuestros viajes gastronómicos. Hoy nos quedamos con Hong Kong 70, un trocito del alma hongkonesa en el corazón de Madrid.