En una de las calles más concurridas -y de moda- encontramos este rincón que se diferencia del resto de bares de la zona por ser una mezcla entre afterwork y bar de tapas/picoteo, con un extenso horario en el que los comensales pueden tomar algo mientras charlan en la barra o sentarse en alguna de sus mesas altas para degustar sus suculentas tapas. El ladrillo visto proporciona al espacio un toque moderno, con una decoración vanguardista, pero que respeta el espíritu de la cervecería y la taberna de toda la vida. Y los platos de la carta, raciones o tapas, combinan también a la perfección lo actual con lo tradicional: incluyendo desde la típica ensaladilla rusa, una estupenda tortilla de patatas (“de la tía Feli”, no dejéis de probarla) con otros más arriesgados en los que puede verse la innovación, como la sardina ahumada con guacamole y pico de gallo (estupenda) o la insuperable torta de Inés Rosales con salmón (la perfecta combinación de dulce y salado que se puede conseguir acodados sobre la barra del bar, además con sabor a anís). Si preferimos rematar aquí la faena, en vez de ir a comer a uno de los otros restaurantes del grupo Lalala que hay por la zona, os recomendamos que no os perdáis sus increíbles canapés: el de atún con piparras o el de sobrasada con miel, sencillamente insuperables. Y todo en un lugar ideal para tomar algo después del trabajo, algo de picar cuando estás con amigos o directamente, comer o cenar. No te lo pierdas y déjate liar.