Matritum se presenta como una taberna, pero bien podría ser un gran salón de banquetes bien maridados con vinos de primera. Nos dejamos recomendar, porque cada uno de los platos se ha cocinado en exclusiva para un determinado vino. Su premisa es elaborarlo todo con productos de mercado y ofrecer una colección de platos basados en productos frescos de temporada. Y como influencia principal, parte de las raíces catalanas, con platos típicos de las distintas zonas de Cataluña y una gran influencia internacional derivada de los viajes a países exóticos.
Fruto de este recorrido son, por ejemplo, los dumpling de butifarra y gamba roja de Palamós o las croquetas líquidas de carabinero, que son dos muy buenos entrantes junto a otros de la carta como el salmón o el espectacular tartar de cigala. Para acompañar platos así, son sugerentes vinos blancos como la Manzanilla o un Julius Ferdinand Kimich Gewürztraminer (blanco alemán). Y ya poniéndonos serios, como platos principales hay para todos los gustos, recomendamos el jurel en escabeche de amontillado -que destaca en la parte de pescados- y una exquisita costilla de vaca rubia gallega deshuesada acompañada de puré de parmentier; ambos platos van bien con un vino amontillado de Jerez de cierta antigüedad o algún tinto.
Y de postre, cómo no, la inevitable crema catalana o un brownie con helado de este mismo postre tan internacional. Un rincón en el viejo Madrid que es ideal para sorprender a alguien, departir tranquilamente o mantener una agradable charla sobre el culto a la gastronomía… y a los mejores vinos.