Poner un pie en Nomo Braganza es saber al instante que este restaurante es para disfrutarlo de principio a fin. Un oasis, y un escenario ideal para dejarse llevar por la propuesta gastronómica del chef Naoyuki Haginoya. La primera sorpresa, como decimos, aparece nada más llegar. Su interiorismo fusiona la cultura mediterránea con la gastronomía nipona. El terracota se integra a la perfección con las cañas de bambú, sumergiéndonos en una experiencia para la vista que pretende ser fresca y actual.
Sentadas las bases, y con este escenario que de disfruta tanto a plena luz del día como al caer la noche nos dejamos llevar por lo que se cuece en los fogones de Nomo. Pero antes, un poco de historia: en el año 2007 unos jóvenes emprendedores decidieron crear un nuevo concepto de restaurantes japoneses: abriendo así el Restaurante Nomo Gracia en Barcelona. Un concepto fresco e innovador; diferente a lo que existía hasta el momento que ha conseguido abrirse un hueco en diferentes puntos de Cataluña y que finalmente, llega a Madrid para sentar un nuevo precedente.
Siguiendo la premisa de ser respetuosos con el pasado y transgresores en el presente, nos encontramos con una carta a la que no le falta detalle y mimo. Abrimos boca con la Sukiyake Croquette, donde el rabo de toro es el protagonista y envuelve el paladar con un sabor intenso, en su justa medida. Le siguen unos tacos muy especiales, con base de placton marino y gamba roja con Lima o ventresca de atún, yema de huevo y huevas de salmón. Un relleno que se fusiona con la crujiente base y deja un regusto que recordarás durante mucho tiempo.
El guiño a lo mediterráneo lo hacen las Gyozas Buta, a base de butifarra y verdura, y le siguen dos de nuestros imprescindibles. Quedas avisado, si vas a visitarlo es un pecado no pedirse el Ebi Chili ( langostinos picantes sobre base de fideos kataifi crujientes y huevo frito) y el Okonomi Omelette (tortilla abierta con pulpo y salsa okonomayaki). El festival de color llega con la bandeja especial Nomo, una selección de sushi y sashimi con bocados tan interesantes como el aburi toro (ventresca de atún flambeada), unagui (anguila flambeada) o el spicy tuna.
El maridaje ideal a esta carta lo completa una extensa selección de vinos con 15 referencias por copas entre blancos, tintos, espumosos, rosados, generosos y dulces; y más de 50 propuestas por botellas con etiquetas de las principales denominaciones de origen españolas, guiños a productores madrileños. Además, Nomo ofrece en su carta una colección de cuatro vinos pensados para disfrutar con su cocina creados bajo la marca GN13, escogiendo las variedades más afines y potenciando cada vez más la agricultura ecológica, biodinámica y sostenible.
Para terminar, probamos una de sus creaciones que se preparan en su propio obrador, como el Crunchy Mochi de mango, relleno de mousse de mango y crema de avellano y cubierto por una delicada capa de chocolate con avellanas.
El espacio de Nomo y su gastronomía invitan a decenas de planes diferentes, ya que el restaurante cuenta con dos plantas. El piso superior, una espectacular barra de mármol preside la sala y se encarga de dar la bienvenida con sus sushiman. Luego se encuentran las mesas dispuestas en formas orgánicas que envuelven el local y crean diferentes zonas y rincones. Bajando las escaleras, se accede a un espacio íntimo y sutilmente iluminado con mesasy un gran sofá que conviven con un pequeño reservado separado por cortinas donde acoger a grupos.
Un restaurante al que querrás ir una y otra vez, ya que se adaptan a la estacionalidad y temporadas de cada uno de sus ingredientes.
Brillante. Así definimos a Nomo y así salimos al terminar esta increíble experiencia.