Zalamero es tradición que se enamora de la innovación. Viejos sabores reconstruidos para brillar en pleno siglo XXI. Esta taberna no precisa de etiquetas, pues vive de ofrecer nuevas formas de entender la gastronomía. Desde el primer día que experimentes su cocina ya tendrás otro motivo más para visitar el Retiro, vecino de excepción de este auténtico carnaval foodie.
Los sabores no se disfrazan en Zalamero, simplemente evolucionan formando una carta que parece tradicional pero en el plato supone una revolución única. En este coqueto lugar todo comienza y termina en el vaso. Es el hogar del maridaje perfecto. De ello se encargan dos sumilleres de la talla de Ana Losada y David Moreno. Como si de artesanos se tratase ensamblan matices y texturas para llevarnos al éxtasis.
En sus croquetas de pollo se esconde todo un poema donde cada verso suelto es parte de un todo irresistible. Más tarde, el paladar se va de fiesta con su verbena de setas, carabinero a la sal y huevo poché. Maravilla estética que se deshace en tu boca en mil pedazos de sabor inconfundible. Dos delicias como los Pimientos asados con ventresca con setas aliñadas y crujiente de alcachofas y el exquisito atún rojo marinado con tomate rosa de Barbastro y brevas se pelean por llamar nuestra atención. Bien harías en seguir sus cantos de sirena porque tienen en sus entrañas el mapa del placer foodie.
Aunque, quizás debas ser precavido y aguardar con gula uno de los tesoros ocultos en la carta: sus carnes. Saborear su centro de lomo de vaca rubia gallega con patatas y piparras es una experiencia que te hará volar. Un preludio exquisito para perderse sin remordimientos en sus postres. En ellos se refleja la filosofía de Zalamero, la de reinventar antiguas recetas. Su torrija de chocolate blanco y coco con helado de turrón se aleja del tópico para adentrarse en terrenos desconocidos. Su recuerdo es un pasaporte a regresar una y otra vez a este Zalamero que te seduce con viejos y nuevos sabores.